23 feb 2007

SOMOS LOS RESPONSABLES


SOMOS LOS RESPONSABLES !!
Estamos en este mundo por que así lo quisimos. Dios solo respalda nuestras decisiones.
NO NOS QUEDE LA MENOR DUDA....Entramos a este mundo por decisión propia y en condiciones escogidas por nosotros mismos, solo que no lo recordamos. De pronto, a los 3 o 4 años de edad, nos percibimos. Desde esa edad podemos recordar. Algunos científicos sostienen que en el subconsciente queda todo grabado y nos afecta desde allí. Algo para creer o no, somos libres de elegir.
Todo análisis parte de una premisa válida, incuestionable, compartida. Antes de ella no hay nada que demostrar. Simplemente se acepta o no.
Analicemos tres premisas:
Premisa 1: Dios existe. Es único. Omnipotente (Inteligencia infinita y tiene todo el control). Es bueno, justo y nos ama como los padres aman a sus hijos (esta es la posición de las religiones monoteístas mas importantes).
Premisa 2: Dios no existe. El hombre está solo y es dueño total de su destino. Así como nació, pudo no haber nacido. Es producto de la casualidad. No va a ningún lado al salir de aquí (aquí se encuentran los ateos)
Premisa 3. Dios existe, nos ama, pero no tiene todo el control. No es responsable de nuestras decisiones. El venir aquí es decisión nuestra (esta es mi posición)
Premisa 1: Si Dios es dueño del destino y es un padre amoroso, ¿Por qué existe hambre en el mundo? ¿Por qué existe la mala intención, la envidia, la injusticia entre sus hijos? ¿Por qué hay mentiras y engaño? ¿Por qué no hay felicidad permanente en el ser humano? ¿Por qué cuando cubrimos una necesidad aparece otra inmediatamente? Es difícil entender que un padre amoroso pueda querer esto para sus hijos. Es difícil creer que esta humanidad es la obra de un Dios que desea ser alabado permanentemente, que nos haya creado para eso. Que somos títeres de alguien que mueve los hilos de la vida. Que hagamos lo que hagamos, las decisiones ya están tomadas, que somos juguetes del destino. No puedo aceptar eso.
Premisa 2: Dios no existe y estamos solos. Esta premisa es la mas audaz, la mas radical. Pero la mas improbable. La cantidad de casualidades que deben darse simultáneamente para que la vida se abra paso de esa manera, hace matemáticamente imposible esa probabilidad. Basta con mencionar que los grandes científicos que ha parido el mundo, son los primeros en maravillarse por la obra de Dios. No voy a perder tiempo en esta premisa. Si alguien tiene argumentos para defender esto, puede escribirme y discutirlo. Me gusta el debate.
Premisa 3 (lo que creo): Dios existe y tiene el control compartido. Ciertamente, somos obra de Dios. Pero lo que percibimos no es la totalidad de su obra. De hecho, este mundo tal y como lo conocemos, que pareciera un sitio de castigo para unos y el paraiso para otros, es el lugar elegido por nosotros mismos para vivir la experiencia de la vida. A este sitio venimos a dar los que deseamos vivir la experiencia. Dios no nos obliga a venir, nosotros solicitamos el permiso para "nacer", por decirlo de una manera. El resto de la obra de Dios está allá, en otro recinto. ¿Cuántos recintos hay? Eso lo sabremos luego, después que vivamos nuestra experiencia en éste. Cuando nacemos, entramos a este recinto. Cuando morimos salimos del recinto. El momento de salir no lo decidimos nosotros desde aquí. Ya fue decidido antes de venir y nosotros participamos de esa decisión. Por eso tenemos el “instinto de conservación”, para mantenernos estoicos en la vivencia de la experiencia. ¿Y los suicidas, como logran burlar ese instinto? Buena pregunta. Dios nos creo pensantes. Así lo quiso. De haber querido otra cosa, otra cosa fuéramos. Si tienes un hijo que no es capaz de discernir entre lo bueno y lo malo ¿Cómo puedes hacerlo responsable?. Pueden estar seguros que lo que hayamos hecho, malo o bueno, fue una decisión propia. Un bebé que rompe un florero no lo castigamos, lo apartamos de los vidrios. Un hijo que viola un principio o valor que le ha sido enseñado y que él ha aceptado como cierto, acepta el castigo y lo cumple, para poder sentirse mejor. Si, para poder sentirse mejor, ese es el detalle crucial. De esa misma manera actúa Dios con nosotros. El castigo debe ser efectivo y para ello debe producir una sensación de bienestar, del deber cumplido cuando ha terminado. Un suicida es una persona que decide no cumplir el castigo. Es como el hijo castigado que decide salir a escondidas, sabiendo que le va ir peor cuando regrese, pero no le importa. El nivel de compromiso o responsabilidad, hace la diferencia. Conocer los principios y valores universales, creer en ellos y querer cumplirlos, hace la diferencia.Venimos a este mundo para que logremos aprender a vivir conforme a los principios y valores universales. Nos brinda un lugar para experimentar, para reflexionar. Nos borra la memoria para que actuemos con el corazón y no con la mente, por sentimiento y no por interés. Una señal para saber si vamos por buen camino, es la necesidad que nace en nuestro interior de enmendar el daño que sabemos haber hecho.Cuando venimos a este recinto, lo hacemos en condiciones previamente diseñadas. En ese diseño intervenimos nosotros mismos. El tipo de experiencia a vivir es seleccionada con nuestra aprobación, de tal manera que somos co-responsables de nuestra “mala o buena suerte”. Dios es solo un guía, un tutor, como lo debe ser un buen padre.¿Cuántas veces somos “castigados o premiados”? Las necesarias. Cuando aceptamos el castigo, aceptamos el error, que es el primer paso, pero más importante aún, es lograr dentro de nosotros ese cambio que impedirá volverlo a cometer. El primer paso lo hemos dado, ya que estamos aquí. El segundo está en proceso. La vida que llevamos es parte de ese proceso. Podemos aumentar nuestra experiencia negativa mientras cumplimos el “castigo”, pero lo ideal es disminuirla, tener la mayor cantidad de experiencias positivas. Digo “castigo” por llamarlo de una manera, pero es una experiencia que se vive con nuestra aprobación. Las experiencias positivas son las que nos engrandecen, las que nos hacen sentir orgullosos, las que nos hacen felices, nos generan paz y tranquilidad. Las negativas se pueden asociar a los pecados capitales: envidia, gula, excesos.Esta vida se trata de tomar decisiones. Son las decisiones las que te acercan o te alejan de tu destino. El llegar más tarde o más temprano, cansado o alegre, decepcionado o feliz, con ganas de seguir o de quedarte, es solo la consecuencia de buenas o malas decisiones. Una buena decisión, aligera la carga, desvanece el esfuerzo, facilita el camino. Una mala decisión, convierte nuestra ruta en un calvario. Se puede decir que el método pedagógico implementado por Dios para que aprendamos a hacer lo que vinimos a hacer (es decir, corregirnos), es la toma de decisiones.¿Cómo podemos tomar decisiones acertadas? ¿Cómo reconocemos si andamos por buen camino? No es fácil. Pero no estamos solos. Como buen maestro, nuestro Padre, está pendiente, nos arroja pistas y nos ayuda en secreto, sin que nos demos cuenta. Su objetivo no es castigarnos para “calmar su ira” o para demostrar quien manda, como algunas religiones creen. Su objetivo es que aprendamos. De hecho, el placer que Él experimenta cuando tomamos la decisión correcta, no se compara con nada que podamos experimentar aquí en la tierra. Ese es el mejor tributo, el mejor halago que podemos hacerle.Dentro del “plan de ayudas” que tiene Dios para nosotros, aparece la figura del Ángel de la Guarda, que es un ser autorizado para intervenir cuando la decisión que tomamos es tan mala, que puede arrojar el plan por la borda, anulando toda posibilidad de llegar al destino prediseñado.¿Quién no ha tenido una experiencia inexplicable, en momentos cruciales, de vida o muerte, o en eventos de importancia capital, que se resuelve de manera casi mágica? Infinidad de experiencias existen. Normalmente decimos: Uf! ¡Qué suerte!. Pero la suerte no existe. Una persona que acierta la lotería, probablemente ya lo tenía previsto en su plan.Cuando salimos de este mundo, entramos al otro. En ese otro mundo presiento que hay oportunidad de analizar nuestra efectividad en la toma de decisiones que hicimos de este lado. De hecho, la muerte como tal, como sinónimo de desaparición, de extinción, no existe. Solo hay cambios de lugar, de ambiente, si lo podemos llamar así. En nosotros reposa la facultad de decidir si venimos de nuevo a este lado para experimentar, para sentir con los cinco sentidos esta manera de tomar decisiones, o de quedarnos allá.Todas las grandes religiones cometen el error de aferrarse a libros antiguos escritos por el hombre de esa época, para la gente de esa época. Las palabras de Jesucristo, la manera como hablaba, era la correcta para la gente del momento. No podemos pensar hoy día que la historia de Adán y Eva debe entenderse y aceptarse de manera literal. La idea de un Dios severo, vengativo, que privilegia a algunos grupos o razas, es poco creíble hoy día. Igualmente, la imagen asumida de un Dios que necesita ser alabado y reverenciado (de hecho, antiguamente se ofrecían sacrificios de animales para agradar a Dios, cuestión que hoy nos parece salvaje y ridícula) es totalmente errónea. Dios nos hizo a su imagen y semejanza, con libre poder de elegir lo que queramos. No nos hizo para crear una manada de borregos que todos los días deben solo pensar en que hacer para que no se enoje, o para alabarlo. Esta idea de Dios es absurda, y probablemente le moleste.Este mundo existe por que Dios lo creó para nosotros. Para que experimentemos la vida. Para darle uso a los sentidos, para experimentar amor, alegrías, tristezas, para saber lo que es el miedo y aprender de ello. Pero lo mas importante es que todos los que estamos aquí estamos por que así lo quisimos. No fuimos enviados como castigo ni nada parecido. Nosotros pedimos venir aquí, acordamos con Dios venir aquí con algún propósito. Tenemos un ángel de la guarda que nos ayuda de manera sutil a vivir lo que vinimos a experimentar. Este ángel hace falta porque la libre elección puede enviarnos por el camino equivocado. Y hay caminos sin retorno. No obstante, el poder del ángel es limitado ya que lo más poderoso es la libre elección que es la razón fundamental de venir a este mundo.Para que la experiencia produzca resultados, debemos partir en blanco y someternos a las pruebas prediseñadas por nosotros mismos. Al ingresar a este recinto (mundo) Dios nos otorga libertad para elegir. Nuestra llegada a este mundo es producto de una elección libre que obedece a una necesidad imperiosa de experimentar la vida en este mundo. Toda esta motivación nos es ocultada al llegar, el camino lo hacemos nosotros. La velocidad de avance la establecemos nosotros. Las decisiones las tomamos nosotros. Los errores los cometemos nosotros. Pero el plan pre-existente establece algunos puntos de control obligados que no podemos evadir (puentes que vinimos a cruzar), por que son indispensables para darle sentido a nuestra venida acá. Estos puntos conforman lo que intuitivamente denominamos destino. La ruta, las decisiones durante la travesía, son de nuestra total responsabilidad, pero los sitios a donde vamos están marcados en un mapa. Esa marca la hicimos nosotros antes de entrar a este mundo y es la razón por la cual vinimos aquí. El pasar temprano o tarde por estos puntos, con trabajo o suavemente, es el resultado de las decisiones que tomamos durante el trayecto. Esas decisiones son de nuestra exclusiva responsabilidad. Dios solo observa y sonríe….
Amigos:La vida es sencilla y esta hecha para vivirla. Sin temores, sin castigos divinos. Nacemos buenos, sin malas intenciones. Las complicaciones, pueden estar seguros, las originamos nosotros, por nuestra incapacidad de entender que lo natural es vivir, disfrutando cada rayo de sol que nos pueda dar en la cara, disfrutando la sensación de ser útil, percatarnos de que somos solución y no problema mientras caminamos por esta experiencia que se llama vida, una de tantas que con seguridad nos tocará experimentar en el resto de los recintos que nos queda por visitar.
Asómate al mundo, escucha su música, disfruta. No hagas daño. No todo lo legal es justo ni todo lo moral es bueno. Aunque la meta es un sitio donde se quiere llegar, es la manera como haces el camino lo que determina si tu venida aquí es satisfactoria. Finalmente, lograr la meta (llegar a tu destino) quizas sea lo menos importante.
Bueno amigos, en la próxima entrega les hablaré de una experiencia de mi infancia muy singular que tiene que ver con lo expuesto aquí. Bye!